domingo, 14 de febrero de 2010

voces

No supo que decir, o por donde empezar y entonces se quedó en silencio. Quería hablarle, oirle, saber que había sido de la vida de cada uno, y sin embargo ya lo sabía. Y ella, tal vez, también. Pero tampoco lo dijo, y así quedó. En un interrogante. Uno más. Lo que hizo después fue sólo un acto reflejo. Una incongruencia para sacarse el sabor amargo de la frustración. Tanto como eso. Pero aprendió a ser sincero y ya se había mentido un rato antes. Con lo cuál, se sinceró.
Lo único que consiguió fue aumentar el misterio. Porque ser sincero no soluciona nada. Solo lo revela. Un poco más, un poco más de el.
Pensar en voz alta no siempre le agrada. Pensar, si. O no. Nunca lo sabrá...